Tres razones por las cuales la comunicación es esencialmente un vínculo
- Lau Tuyaret
- 12 oct 2020
- 3 Min. de lectura

No creo que exista una persona en la sala que no sepa recitar de memoria aquel viejo versito de “EMISOR, RECEPTOR, MENSAJE, CÓDIGO y CANAL”. Nos lo enseñaron desde la primaria, a la par de los polígonos y el análisis sintáctico, cuando nos querían explicar cómo se comunicaban las personas. Pero lo cierto es que se desconocía que el antiquísimo modelo matemático de Jakobson ponía el acento en la transmisión del mensaje y no sobre las personas. En algún momento se empezó a aceptar que en ese traspaso podía existir una interferencia que imposibilitara la correcta comprensión o que el receptor podía dar una respuesta que transformara el mensaje inicial. Fue en ese momento en que los elementos del RUIDO y del FEEDBACK (en inglés, mal que me pese) comenzaron a adicionarse a este esquema. ¡Oh, sorpresa! ¡Las personas podían cambiar el curso de esta transmisión! Sin embargo, no se le dio mucha profundidad al caso.
A veces llevamos casi tatuado este esquema y pensamos que la transmisión de información en la comunicación es TODO. Posteamos contenido en nuestras redes, chateamos a través de mensajería móvil o, incluso, charlamos cara a cara y aún nos seguimos sorprendiendo porque no nos comprenden. Olvidamos lo básico y esencial de la comunicación: que antes que información, es VÍNCULO. Es alcanzar a las personas, conectar con ellas y sostener esa relación lograda. ESO ES COMUNICACIÓN.
En épocas de crisis nuestro desconcierto sobre la comunicación se vuelve aún más grande si no tenemos bien en claro cuál es su verdadera razón de ser. Toda crisis se caracteriza por poseer una elevada carga emocional que afecta profundamente nuestra capacidad para enfrentar los problemas. Durante ese periodo muchos de nuestros hábitos se desestabilizan y nuestras habilidades para responder de manera adaptativa al medio disminuyen considerablemente. Esto implica cierto grado de incertidumbre y, en muchos casos, la sensación de pérdida del control y la impotencia. Estos tiempos difíciles contienen casi siempre las mismas características: miedo, pérdida de control, sensación de vulnerabilidad, indefensión, crisis de valores, ansiedad, tristeza y bloqueos. Tratá de pensar, ¿cuántas veces durante estos meses de aislamiento te sentiste así? Seguramente muchas.
Las crisis primero son sociales, pero luego se transforman en personales. Entonces, encarar desde tu comunicación el aspecto personal de la crisis es conectar. Por eso es primordial para cualquier empresa, institución o emprendimiento el hecho de fortalecer el vínculo con sus receptores. Hoy más que nunca. Porque si en una crisis no se crea un vínculo, no existirá comunicación. Sólo habrá información.
Y aquí van mis tres razones de por qué la comunicación es vínculo y no transmisión de información:
-Primerísimo y principal: Porque del otro lado hay un receptor. Este actor que tenemos en frente no es un muñeco. Tiene sentimientos, deseos y, ANTE TODO, voluntad. Intervendrá desde el momento cero, en que construyamos nuestro mensaje, hasta el último momento, en que lo deconstruya y le dé el significado que el simplemente decida. Por eso, nuestra comunicación no es del todo nuestra, sino también de todo aquél que la reciba. Es lo que Eliseo Verón llamaba contexto de producción y de circulación (¡AMPLIAREMOS!).
-Porque siempre estará presente el elemento emocional. Aunque estemos escribiendo una noticia sobre mercado bursátil, quien escribe y quien lee tiene, antes que cerebro, un corazón. Corazón domina mente, esto lo sabemos desde el comienzo de la humanidad. Así que cuando emitamos y recibamos un mensaje, siempre en el fondo lo haremos desde una fibra emocional y lo recibiremos del mismo modo. Por eso, buscar conectar con la emociones de quienes te reciben no es un detalle menor, sino más bien el espíritu de tu mensaje.
-Finalmente, porque cuando emitimos, aunque no lo admitamos abiertamente, siempre esperamos la reacción de un otro. Podemos decir que no nos interesa la respuesta, pero no. Siempre estaremos pendiente de cuál fue el impacto de lo que dijimos. ¿Me entendió? ¿Le gustó? ¿Lo ofendí? En base a esto, vamos a saber cómo seguir comunicando. En el ciberespacio a esto se le llama Google Analytics. En el barrio le decimos “dejar de saludar” o “que no se corte”. En comunicación todo es retroalimentación.
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