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Populismo recargado: 5 señales presentes en el discurso de Cristina

  • Lau Tuyaret
  • 21 jun 2017
  • 4 Min. de lectura

La ex presidente presentó ayer su nuevo espacio, Unidad Ciudadana. Sus palabras estuvieron plagadas de la vieja retórica. En los inicios de este blog analicé las cinco razones por las cuales considerar que el kirchnerismo fue populismo. Para ello, me basé en la definición propuesta por la politóloga Flavia Freidenberg, quien dice que se trata de un tipo de relación con el pueblo, la cual se plasma, ante todo, en el discurso político. Un año y medio de abstinencia de este tipo de discurso -y ya acostumbrados a una retórica totalmente distinta como es la macrista-, resulta pertinente repasar esas cinco características que yo había hallado en su oportunidad y que estuvieron intactas en el discurso de ayer de Cristina Fernández. Casi como si no hubiera pasado el tiempo. Tómelo como quiera, ya sea de modo didáctico y enriquecedor, o... como una advertencia. 1.La relación directa líder-seguidor Dice Freidenberg que existe una “constante apelación del líder a los seguidores para que se vinculen con su persona, por encima de cualquier proyecto, política pública, institución u organización”. Así, construye vínculos que unen directamente a los seguidores con el líder. Acaso formar un espacio independiente del Partido Justicialista y enarbolarse, una vez más, como la líder única de un movimiento, ¿no es esto? Freidenberg también dice que uno de los recursos que utiliza el líder populista para su relación directa con el pueblo es el empleo de un lenguaje popular y simple, lejos de argumentos complejos o académicos. Uno de los ejemplos más claros de esto fue cuando, después de media hora de oratoria, Cristina empezó a llamar por sus nombres de pila a diferentes personas y a describir los "problemas reales" que viven desde la asunción de Macri a esta parte. Así, contó el caso de investigadoras del CONICET que perdieron su beca, de un panadero que tuvo que cerrar su negocio y de una mujer que perdió una pensión, entre otros. "No llores, te pido por favor que no llores", le dijo, con la voz quebrada, a una persona del público.

2. Está en contra de los mecanismos de la democracia representativa aunque las usa para acceder a las instituciones Cristina Kirchner criticó al Gobierno a lo largo de todo su discurso y sostuvo que la única solución a "todo este disparate" es "pornerle un freno". "¿Cómo nos pueden decir que van a endeudarnos por 100 años?", preguntó en un momento refiriéndose a la deuda que emitió el Banco Central, y completó: "No desunamos. Unamos. Necesitamos poner un límite. Y estas elecciones son parlamentarias y son precisamente el diseño que el sistema político adoptó en nuestra Constitución, las elecciones de medio término, donde la sociedad expresa si está o no de acuerdo con un gobierno". Más claro, héchele agua.

3. Se presenta como un líder de características extraordinarias Sobre esto, explica Freidenberg: “Dice ser un hombre común que debido a esfuerzos sobrehumanos se ha convertido en una persona extraordinaria. Pero que, a la vez, cuenta con esas características extraordinarias de manera natural, que le legitiman para ser el conductor de los demás. Por esta razón, el líder carismático encuentra como sostén principal el reconocimiento que sus seguidores hacen de él". Para ilustrar este punto, nada mejor que su frase: "He tenido ya todos los honores y cargos que ustedes me han dado, vengo ahora a sumarme como una más, a poner el cuerpo, la cabeza y el corazón". Populismo de manual. 4. El intercambio de favores La relación líder-seguidores es paternalista porque está basada en el intercambio clientelar y patrimonialista. Es decir, la distribución de “favores” a cambio de apoyo electoral. Sin embargo, Freidenberg aclara que estos favores no se tratan sólo de recursos materiales, sino del "acceso a una serie de derechos a los que de otra manera no se tendría posibilidad de acceder”. En su discurso en el estadio de Arsenal, Cristina plantea una sociedad actual "desunida" y que su misión es "canalizar esta fuerza" en organizarla. "Quiero volver a ser parte de un movimiento político donde lo importante es el pueblo, los comerciantes que tienen que levantar la persiana todos los días", dijo y convocó a "la unidad de todos los argentinos y de todas las argentinas". 5. La construcción de una antinomia Este es “el corazón del discurso populista”, dice Freidenberg. Es la identificación del pueblo en oposición a otros, exaltando la relación amigo-enemigo, y la enarbolación del líder como conductor principal de ese todo homogéneo que es amenazado real o simbólicamente. En este caso, los roles en el discurso de Cristina de ayer fueron distribuidos así: la gestión de Macri es el enemigo, la víctima es el pueblo y ella es quien se propone como líder para salvarlo del mal neoliberal que lo acecha. "Vengo a sumarme a este espacio porque, en serio, esta preocupación, esta indignación, esta tristeza que recorre a la sociedad, me conmueve también. Porque no me parece justo que estemos sufriendo ni que nos hayan desorganizado", argumentó. A las cinco características del discurso populista que propone Flavia Freidenberg yo le sumaría una más: la total omisión del reconocimiento del error propio. Y en este caso, obviamente, el tema de la corrupción fue el gran ausente. Otra vez sopa. Nada ha cambiado en el discurso de Cristina Kirchner. Entonces, ¿por qué habría de pensar el electorado indeciso que esta vez vale la pena volver a elegir su proyecto?

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