Educación y comunicación, asociadas por la pandemia
- Lau Tuyaret
- 24 ago 2020
- 3 Min. de lectura

La crisis por el coronavirus instaló de manera forzosa al sistema educativo en un estado de emergencia, no sólo en Argentina sino a nivel mundial. De qué manera lo resolvió cada Gobierno (nacional y provincial) es un tema aparte. Sólo me gustaría detenerme sobre la palabra “emergencia”, utilizada frecuentemente para describir este contexto, desde dos perspectivas totalmente diferentes.
La primera tiene relación con aquella “emergencia” que sorprende a la enseñanza de todos los niveles con una situación imprevista. Como un médico que atiende en una guardia, hubo que taponar las heridas de manera rápida y con el menor daño colateral posible. Hablando en términos educativos, el sistema tuvo que ponerle especial atención a solucionar las brechas lo antes posible para poder seguir funcionando. La educación no podía detenerse, no podía quedar “en coma”. Cuando nos referimos a brechas, no sólo hablamos de la distancia entre aquello que se sabe y aquello que no, sino también a lo difícil que resulta el acceso a una computadora o a un servicio de conexión en muchísimos sectores de la sociedad.
La otra óptica desde la que me gusta reflexionar sobre la “emergencia” es más optimista. Refiere a la acción de “emerger”, es decir, salir a la superficie, surgir. Y es que, si bien este año casi ni existió la “presencialidad” (cosa que duele, y mucho), hay una multiplicidad de nuevos aspectos que la educación argentina tenía un poco olvidados y que pudieron ser fortalecidos, y hay otros que directamente no se ponían en práctica y comenzaron a implementarse. En este sentido, “emerger” también tiene que ver con “nacer”, porque si se toma esta situación como instancia de aprendizaje tanto para docentes como alumnos, pudieron darse a luz nuevas (y valiosas) capacidades.
Aquí es cuando entra en juego la comunicación, como una colega que siempre tendría que haber estado ahí presente, pero que viejas tradiciones quizás no la dejaban ver como una alternativa. Los nuevos medios no sólo enriquecen a la educación sino que también la transforman y es tal vez por esa razón que ciertos actores oponían cierta resistencia.
Como explica Inés Dussel, autora de “Aprender y enseñar en la cultura digital”, las NTICS modifican profundamente tres dimensiones estructurantes de la acción escolar. La primera, refiere a la organización pedagógica del aula. La hipertextualidad rompe con esa linealidad tan fuerte del salón de clases y, con ello, con la comunicación asimétrica en donde quien sabe se posiciona al frente. En una sala de zoom, somos todos cuadraditos expuestos a la mirada común del resto.
La otra dimensión que se reestructura es la de la vieja noción de cultura y conocimiento. Las nuevas tecnologías vienen a romper con aquel sistema histórico de la escuela basado en la transmisión de una cultura estructurada, racional y universal; con el eje puesto en los conocimientos disciplinados alineados con la ciencia moderna y el pensamiento lógico-matemático. Por el contrario, estamos en presencia de una cultura estructurada a partir de un usuario, que pone el acento en sus gustos y necesidades; y que es pensada para que pueda moverse autónomamente y para que tenga la posibilidad de acceder a una gran cantidad de información de manera libre e inagotable, sin orden ni etiquetas de “calidad”, jerarquizada sólo por el parámetro de la popularidad. Esto, sin dudas, es un peligro, pero también una posibilidad de aprendizaje.
Finalmente, y a mi entender la transformación más importante, tiene que ver con la forma en que producimos el conocimiento. Las NTICS ponen al alcance de todos la posibilidad (antes restringida al conocimiento experto) de producir el saber. No solamente cualquier persona tiene hoy acceso a alzar su voz a través de diferentes soportes (texto, audio o video) y plataformas (blogs, redes sociales, páginas web), sino que también han nacido sistemas de autoría colectiva. Estos últimos suponen la construcción en conjunto de un conocimiento combinado por distintas contribuciones, que es constantemente revisado y redefinido, en donde no existe la propiedad privada ni la autoría individual. Un ejemplo de ello es, sin dudas, Wikipedia.
Frente a algunas miradas apocalípticas que se presentaban al comienzo de esta crisis, y una vez ya insertos en esta nueva realidad, podemos decir que toda esta situación nos deja una gran enseñanza, en especial, a los docentes: también es posible lograr un aprendizaje significativo a través de la virtualidad.
Esta virtualidad total significa un cambio de paradigma para la enseñanza y, como tal, genera resistencias. Resulta un gran desafío para las instituciones educativas poder readaptar sus lógicas y dinámicas, y romper con esquemas que regían de manera histórica en su cotidianeidad. En conclusión, hacer de la comunicación una verdadera aliada. Hoy es el momento.
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