¿Comunicación de padre o comunicación paternalista?
- Lau Tuyaret
- 10 ago 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 oct 2020

Frente al público, pero de pie. Liberado de la tiranía de la silla, se da el permiso de agregar elementos no verbales que completen su discurso y le otorguen fuerza, como vaivenes corporales, ademanes o “deditos” señaladores de “filminas”. No hace falta ser un experto para darse cuenta que es ése el rol en el que se siente más cómodo. Porque, no olvidemos, en su década larga de exilio político Alberto Fernández fue, ante todo, “El profe”.
Quien se para delante de un auditorio es ungido por la pesada investidura de “poseedor del saber”, primero por asociación inconsciente y luego, si así lo demuestra, por confirmación. Pero, además de su puesta en escena académica, ya desde aquellos acalorados (y sudorosos) debates en su carrera presidencial, había algo más de él que rememoraba a una imagen mucho más conocida, aun más cercana. Me refiero a la del padre.
Es que la figura del profesor ha sido históricamente ligada a la del padre. La asociación no viene de la nada. Ya en la Antigua Grecia, a partir de los 7 años los niños quedaban bajo la tutela del paidagogos, y eran educados por los paidotribas en las palestras. Sin irnos tan lejos en el tiempo, no olvidemos que a la maestra se le suele llamar “segunda mamá”, y no es raro confirmar que a nuestros hijos a veces se les escape ese término cuando se dirigen a ella.
Todo el discurso de Alberto Fernández tiene matices que nos remiten a su rol paternal. Exaltados, por supuesto, en época de pandemia. Ahora bien, hay tantos tipos de padre como padres hay en el mundo. Y, quienes tenemos la gracia de cumplir ese rol, sabemos que podemos habitar varias pieles (incluso en un mismo día…o en una misma hora).
Podemos ser un padre que milite por la crianza con apego, que atienda de manera inmediata y sostenida en el tiempo a todas y cada una de nuestras necesidades. Que nos vaya a visitar cada vez que lloramos en la noche o que “nos cuide” cuando acecha una pandemia del otro lado de la ventana de nuestra casa. El mensaje es “confiá en mi, para luego poder confiar en vos”.
Podemos ser un padre autoritario, que con la excusa de velar por nuestra seguridad nos prohíba hacer cosas, como ir a un boliche bailable antes de los 15 años o salir de casa cuando afuera el mundo mantiene una lucha sin descanso contra una pandemia. “Es por tu bien”.
Podemos ser un padre cauteloso, que otorga libertades, pero regulándolas con obsesión. Si te subís a la silla te podés caer. Si salís del baño descalzo te podés resbalar. Si querés volver a trabajar, trabajar, pero las estadísticas se van a disparar. “Yo te dije”.
Podemos ser un padre que cuide, pero que también deje libre. Lo que en pedagogía se llama “andamiaje”. Ante los primeros signos de autonomía de nuestros hijos los alentamos, les soltamos un rato la mano y los dejamos caminar solos. Les decimos que ya están listos para “seguir cuidándose”.
El padre es quien posee el saber. Puede estar sustentado en filminas, con diagramas de barras que suben lenta o rápidamente. Pero los datos inevitablemente van a encontrar una explicación que sustente el tipo de padre que queremos ser. La consigna siempre será el “cuidado”.
En tiempos de crisis pueden construirse diferentes tipos de estrategias en la comunicación gubernamental:
Totalitarismo discursivo: En este contexto se reemplaza la información por las teorías conspirativas. El miedo es el eje de toda comunicación. Es lo que yo llamo “comunicación paternalista”. Debés hacerle caso a papá porque es quien te provee de todo lo que necesitás y te protege frente al mal.
Realismo mágico: Aquí, por el contrario, abunda la sobreinformación pero con datos contradictorios. La incógnita lidera la comunicación. No sabemos qué es lo que pasa ni cómo solucionaremos el problema.
Marketing mix: Se realiza una gestión más administrada de la información, se apunta a subgrupos poblacionales con mensajes diferenciados. Los pilares de la comunicación están asentados en valores como la vida, la economía o la democracia. Se realizan alianzas con otros sectores o partidos.
Con las estrategias puestas sobre la mesa y sopesando nuestros objetivos como gobierno frente a la crisis, será nuestra la decisión de si lo que queremos es transmitir miedo o proveer la confianza. En definitiva, si lo que elegimos es una comunicación de padre o una comunicación paternalista.
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