El marketing de lo que sí se ve
- Lau Tuyaret
- 9 jul 2017
- 3 Min. de lectura

Desde tiempos inmemoriales la política hecha mano de la obra pública como uno de los mecanismos más utilizados para llevar a cabo la "campaña permanente".
Sí, se dijo que los vecinos de Humahuaca aportaron su mano de obra para llegar a tiempo con el proyecto, y que trabajaron hasta padres y chicos del club. Sí, se habló de que pidieron donaciones para costear la parte de la inversión que les correspondía. Sí, también se explicó que la obra es de suma importancia porque es un punto de encuentro para la comunidad, que sufre del riesgo climático y que ya el año pasado se debió construir un muro alrededor de la cancha para que el agua no estropee el predio. Todo eso está claro.
Sin embargo, la imagen no deja de impactar. La cancha de césped sintético del Club Atlético Independencia se impone ahora ante el paisaje de la Quebrada de Humahuaca.
El proyecto requirió una inversión de 6.800.000 pesos -3.200.000 por parte de Nación, 2.000.000 de provincia, 1.000.000 del Municipio y 600 mil pesos del club- y fue inaugurado por el Secretario de Deporte de la Nación, Javier Mac Allister, y el Gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
La pregunta inevitable que surge es: ¿era prioritaria esta inversión? Seguramente no es la más prioritaria, pero sí la más visible.
Esto me hace acordar al concepto de "campaña permanente", descrito muy bien por Felipe Noguera. El consultor explica que el marketing político no sólo se usa durante las contiendas electorales. Una vez logrado el triunfo en las urnas "está el marketing de gobierno, donde la comunicación acompaña la fase arquitectónica de ejercicio del poder e implementación de una agenda".
El concepto de "campaña permanente" se inserta en este contexto en la medida en que la misma comunicación política genera, reafirma y hasta puede aumentar el poder de quien está al mando. La campaña no termina con el sí del voto ciudadano. Hay que seguir trabajando. "No se tiene poder por ser presidente, por haber sido electo, por ocupar un cargo, sino que en gran medida ese poder hay que ganárselo constantemente", asegura Noguera.
Y aunque el consultor político no la identifica explícitamente como una estrategia de marketing de gobierno, creo que la obra pública ha sido siempre un mecanismo fácil, rápido y efectivo de campaña permanente.
Todos los actores de la política están haciendo campaña continuamente. Sentencia Noguera: "Unos lo estarán haciendo mejor, otros peor, y los que creen que no están haciendo campaña probablemente lo están haciendo mal, comunicando su silencio o su inactividad".
El marketing de gobierno y el de campaña, sin dudas, confluyen de manera más acentuada en épocas de elecciones. Las obras se aceleran y empieza el rally desesperado por inaugurar antes de que los ciudadanos metan el sobre en la urna. ¿Quién no recuerda aquella obra monstruosa del Metrobús de la avenida 9 de julio hecha en pocos meses e inaugurada justo antes de las PASO en 2013?

La obra pública no es mala. Sobre todo si no tiene que ver con sobornos, coimas, sobreprecios o licitaciones en favor de amigos. Es un aporte a la comunidad.
Pero cuando se privilegia a lo más visible y el marketing político gana la pelea frente a prestar atención a cuestiones fundamentales como precarización de la vivienda, proveer de agua potable y cloacas a poblaciones alejadas, rutas destruidas, falta de infraestructura en las escuelas o carencia de hospitales -entre otras cuestiones-, la política vuelve a vaciarse de sentido.
Se olvida que atender prioridades y urgencias también es una buena estrategia de comunicación política.
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