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Cristina enemiga: una antinomia que construye identidad

  • Lau Tuyaret
  • 29 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

El Gobierno nacional refuerza el antagonismo con la década kirchnerista para diferenciarse y, con esto, construir su propia identidad.

En otro post hablamos del vacío de una figura fuerte de oposición al Gobierno nacional actual y de la necesidad constante de la política, en general, por categorizar a los actores en amigos o enemigos. La política, decía Carl Schmitt, surge de ese antagonismo.

Hace poco se filtró que la "clave" de Cambiemos es "lograr que Cristina (Kirchner) siga ocupando el centro de la escena". Un funcionario del gobierno confió a un periodista: "Mientras nuestro enemigo sea la ex Presidente, la cuenta está paga".

Y es que al Gobierno nacional, a nivel comunicación, le convienen dos cosas. Primero, tener como enemigo a alguien que ya no juega directamente en política y que solo aparece en público cuando tiene que comparecer ante la Justicia. Y segundo, ser la antinomia de un personaje que se sospecha de corrupto para diferenciarse y, simultáneamente, construir la propia identidad. Y es que el antagonismo es eso. Tiene que ver con mostrarse diferente e identificarse.

Como dice el sociólogo y antropólogo Denys Cuche, la identidad no solo tiene relación con el conjunto de pertenencia que permite al sujeto o grupo ubicarse en el sistema social, sino también "la identificación se produce con la diferenciación". Funciona como una modalidad de oposición nosotros/ellos. "La identidad social es al mismo tiempo inclusión y exclusión: identifica al grupo (son miembros del grupo los que son idénticos en una determinada relación) y los distingue de los otros grupos (cuyos miembros son diferentes de los primeros en la misma relación)", concluye.

Es esta la razón, quizás, por la cual el kirchnerismo y Cristina aparecen recurrentemente en discursos, en gestiones y decisiones políticas, en eslóganes, en publicidades y en tantas otras acciones de comunicación. A veces de una manera explícita y otras veces no tanto. Pero el mensaje siempre es el mismo: "Somos todo aquello que el otro no es".

Lo irónico de todo esto es que así como durante la década kirchnerista al PRO le combino que la misma Cristina lo enarbolara como uno de sus principales enemigos (porque le permitió instalarse a nivel nacional), hoy a Cambiemos le combiene mantener esa antinomia. Algo, por lo visto, que esta alianza no quiere cambiar.

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